Evangelio y palabra del día 03 julio 2025

Lectura de la carta de san Pablo los Efesios 

Efesios 2, 19-22

Hermanos: Ya no son ustedes extranjeros ni advenedizos; son conciudadanos de los santos y pertenecen a la familia de Dios, porque han sido edificados sobre el cimiento de los apóstoles y de los profetas, siendo Cristo Jesús la piedra angular.

Sobre Cristo, todo el edificio se va levantando bien estructurado, para formar el templo santo del Señor, y unidos a él también ustedes se van incorporando al edificio, por medio del Espíritu Santo, para ser morada de Dios.

Lectura del santo evangelio según san Juan

Juan 20, 24-29

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré».

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Luego le dijo a Tomás: «Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano; métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree». Tomás le respondió: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús añadió: «Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto».

… Se sabe por qué Tomás se opuso. Por qué no quiso aceptar la verdad de la resurrección. En esto no era diferente de los otros Apóstoles. Tenían dificultades análogas. (…) Tomás no estaba con ellos cuando vino Cristo por vez primera al Cenáculo. De ahí su reserva. Su «incredulidad». Pidió una prueba. La misiva prueba que ya habían tenido los otros. No le bastaban sus palabras e informaciones. Quería convencerse personalmente. Quería ver con los propios ojos. Quería tocar. Y obtuvo lo que pidió. Su «incredulidad» vino a ser en cierto sentido una prueba suplementaria. (…)  Precisamente porque se oponía a la noticia de la resurrección, ha contribuido indirectamente a hacer que la noticia adquiriese todavía mayor certeza. Tomás «incrédulo» se hace, en cierto modo, portavoz singular de la certeza de la resurrección. Como afirma San Gregorio Magno, «la incredulidad de Tomás nos ha sido mucho más útil respecto a la fe, que la fe de los otros discípulos. En efecto, mientras Tomás es llevado de nuevo a la fe mediante el tacto, nuestra mente se consolida en la fe con la superación de toda duda. Así el discípulo que dudó y tocó, se convierte en testigo de la realidad de la resurrección» (XL Homiliarum in Evangelia, lib. II, Homil. 26, 7; PL 76, 1201). (San Juan Pablo II – Regina Caeli, 22 de abril de 1979)